Recuerdo lo que me hiciste sentir la primera vez que te escuché cantar siendo muy niño. Reuní dinero durante algún tiempo para poder hacerme con todos tus primeros discos. Cuando pude permitirme comprármelos, te escuchaba a todas horas, mientras soñaba con ser artista. No podía dejar de hacerlo mientras mis amigos, escuchaban a Enrique y Ana o a Parchís. Era lo que correspondía para esa edad, pero yo prefería escucharte a ti. -era un niño raro para algunos-. Y así crecí, escuchándote, queriéndote y admirándote cada día más. Jamás me importó nada más que no fuera tu voz y tu arte. Todo lo demás, que coño me importa, interesa y corresponde. Morirán conmigo las palabras y consejos que me regalaste en ese pequeño encuentro que mantuvimos al finalizar tu magistral concierto en el Gran Canaria Arena de Las Palmas de Gran Canaria, mi ciudad. Quién me iba a decir, que después de tantos años admirándote, podría llegar a tenerte una vez más tan cerca, pero en esta ocasión, para alabar mi trabajo y mi voz. Jamás pensé llegar a escucharte decir cosas tan bonitas sobre mí. No ha sido un sueño cumplido, ha sido mucho más que eso. Te he querido, te quiero y te querré siempre Isabel. Y como te dije mirándote a los ojos el pasado 13 de enero: Ha sido antes, durante y después. Constantemente. Cuánto me alegró verte tan feliz y llena de vida. Gracias por esos minutos que han llenado una eternidad de espera, deseando encontrarte y hablarte para contarte lo mucho que te quiero. Gracias por permitirme besarte y apretar tus bellas manos. Las más bonitas que haya podido tocar en toda mi vida. Gracias por existir Isabel. Eternamente agradecido. Siempre en mi corazón.